Origen

 

 

Recursos naturales:
El clima frío y húmedo obligó a los ingleses a procesar gran cantidad de tejidos, lo cual se vio favorecido por la gran producción lanar. También había suficiente energía hidráulica y recursos de carbón y hierro que impulsaron la mecanización. La ubicación geográfica inglesa facilitó el comercio marítimo al punto de transformarla en la “reina de los mares”.
 
Desarrollo del comercio y la agricultura:
Durante la primera mitad del siglo XVIII la producción aumentó y el uso de nuevas técnicas y el cercamiento de los campos generó desempleo rural lo que obligó a muchos campesinos a emigrar a las ciudades (mano de obra de las futuras fábricas). Por otra parte, Inglaterra extendió su comercio por toda Europa, lo que aumentó el mercado para su producción.
 
Paz interna:
Desde fines del siglo XVI el equilibrio entre la Monarquía y el Parlamento generaron las condiciones favorables para los intereses de comerciantes y terratenientes que encontraron las garantías para invertir en nuevas empresas.
 
Aumento de la población:
Como consecuencia del aumento de la producción y de los cambios políticos mejoró notablemente el nivel de vida. Esto generó un aumento en la capacidad para consumir bienes (favorece el mercado interno) y brinda mano de obra abundante y barata a las nuevas fábricas.
 
Desarrollo de la ciencia:
Interés por descubrir mecanismos para hacer más rápidas, eficaces y sencillas las actividades de producción, sobretodo en la rama textil. Se inició un proceso acelerado de descubrimientos científicos y la invención de maquinaria destinada a la industria. Estos científicos recibieron el apoyo y la financiación de los burgueses interesados en aumentar su producción fabril.